Flores y volcanes

Este es el pueblo más bonito al que viajar este mayo (y está en Girona)

El encanto medieval de esta localidad, rodeada de una naturaleza desbordante, la hace ser una de las más visitadas de Cataluña.

No es difícil imaginar la época en la que Besalú lucía estandartes y los carros iban y venían por su reconocible puente medieval al ritmo de la vigilancia de sus guardias. Al margen del cambio que los siglos han impreso en este pequeño pueblo de la bella comarca de La Garrotxa, en Girona, su Conjunto Histórico Nacional sigue siendo uno de los mejores conservados de Cataluña.

  

Y es que Besalú, que un día llegó a ser condado independiente, no solo ha atraído a muchos directores de series y películas, como Juego de Tronos o El Perfume, sino también a numerosos visitantes que, además de adentrarse en su rica historia judaica y medieval, descubren otros atractivos que no se habían imaginado. Por estas y por muchas otras razones, Viajes National Geographic ha escogido Besalú como mejor pueblo al que viajar este mes de mayo.

 

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Besalú
Foto: Getty Images

UN ACCESO A LA HISTORIA

Como si del inicio de un cuento se tratase, la mejor entrada a Besalú se realiza a través de su puente románico del siglo XI, que asciende por ambos lados hasta una torre fortificada de planta hexagonal situada en el centro de sus 105 metros de longitud. Reconstruido por orden de Jaime II de Aragón tras sucumbir ante una riada, fueron muchos los destrozos y arreglos que ha vivido a lo largo de los años. Después de los daños de la Guerra Civil y la furia del rio Fluvià, sobre el cual ubica sus siete arcos, el arquitecto Pons Sorolla fue el encargado de restablecer este acceso a la historia.

 

Y es que Besalú fue declarado Conjunto Histórico Nacional ya en 1966. Dentro de este se encuentra una de las juderías mejor conservadas de España, del siglo XII, pero también joyas del románico con las que comparte siglo, como la Iglesia de Sant Vicenç, el Monasterio de Sant Pere, la Antigua Iglesia-Hospital de Sant Julià y la Casa de Cornellà. Traspasar el puente es sumergirse en calles de piedra, refugiarse en soportales y cruzar arcos que descubren también otros atractivos de una localidad histórica.

 

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Besalú
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UNA JUDERÍA CON TESORO

Al mismo tiempo que la ciudad se creó, unas veinte familias judías se asentaron también en ella. El estatus social que le otorgaban sus profesiones, tales como médicos, comerciantes o prestamistas, les concedieron algunos beneficios, como construir su propia sinagoga, documentada en el 1264, los restos de cuyo muro se han encontrado en el emplazamiento del miqvé. Este baño de purificación judío descubierto en el 1964 en una excavación es el primero de la época medieval (siglo XI-XII) que se conserva en España y el tercero en Europa.

 

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Están compuestos por una sala subterránea de estilo románico con una bóveda de cañón y una piscina rectangular con agua procedente del río donde se purificaban hombres y mujeres, pero también objetos. En el resto de la judería, el visitante puede ver inscripciones sobre sus puertas, huecos en sus dinteles para colocar la Torá, y calles en las que conocer casas como la Cúria Reial, residencia de cristianos, judíos y hasta hombres del Rey.

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PEQUEÑA, PERO MAYOR

En lo alto, parte de la cabecera y el transepto de la Iglesia de Santa Maria de Besalú, antaño colegiata y templo del castillo que en aquella cima se erigía, marca el inicio de las callejuelas que se adentran por la judería hasta el resto del Casco Histórico. La Plaza de la Libertad, también conocida como Plaza Mayor, es en realidad mucho más pequeña que la cercana Plaza de Prat de Sant Pere.

 

En ella, los soportales esconden algunas tiendas, cafeterías y edificios, como la Casa de la Vila y el antiguo Palacio de la Curia. Este último, del siglo XIII, sorprende por su exterior, mientras que dentro se ubica un centro cultural. Siguiendo la Calle Mayor se llega a la Iglesia de Sant Vicenç, un templo románico del siglo XII que en su momento fue un gran lugar de peregrinaje a raíz de la reliquia que guarda en ella: un trozo de la Vera Cruz. Tal era el tránsito de personas que los condes de la ciudad crearon la Antigua Iglesia Hospital de Sant Julià para atenderles.

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Besalú
Foto: Getty Images

MONASTERIO DE SANT PERE, SÍMBOLO RELIGIOSO

Llegando a la Plaza del Prat de Sant Pere se encuentra el centro neurálgico de la ciudad, lleno de comercios y edificios históricos y lugar perfecto para tomar algo admirando algunas bellezas del románico. Sin duda, la que más destaca es el Monasterio de Sant Pere, fundado en el 977 por el conde-obispo Miró III Bonfill, que preside el lugar. Su estilo exterior sobrio, en el que solo destacan algunas alegorías animales del poder de la Iglesia, el bien y el mal, no hace pensar en lo que guarda dentro.

 

En su fundación, se trajeron de Francia las reliquias de los Santos Mártires Feliciano y Primo. Consagrada en el año 1003, el patrimonio del monasterio creció con los años. De él se conserva la iglesia de tres naves con un ábside semicircular con girola, típica de los lugares de peregrinación, y un deambulatorio, poco usual en templos de este estilo.

Besalú
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Separado del presbiterio por columnas, servía para que los peregrinos que entraban al hospital, situado detrás del Monasterio y gestionado por este, no interrumpieran los oficios religiosos. Los efectos dañinos de la Guerra de los Segadores, la Revolución Francesa o la Guerra de la Independencia, durante la cual se convirtió en cuartel y se derribó el claustro, fueron haciendo mella en el edificio.

 

Además de la desamortización, tras la cual volvió a utilizarse como iglesia, durante la Guerra Civil se utilizó como polvorín militar. En este periodo, se escondían bombas en el interior de las columnas para que el enemigo no las encontrara. Tras la iglesia, la Antigua Iglesia-Hospital de Sant Julià, cuya jurisdicción pertenecía a los monjes, ya solo conserva como original su fachada románica del siglo XII. Su portada de seis arcos y cuatro capiteles con figuras de animales esconde tras ella un centro sociocultural.

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Pepo Segura

DEL ROMÁNICO… AL CIRCO

Junto al Monasterio de Sant Pere se ubica la Casa Cornellà, ejemplo de arquitectura civil románica del siglo XII que puede visitarse para saber cómo vivía una familia en la Edad Media. Y a su lado, un edificio que rompe con la estética de pueblo medieval. Antiguo hogar del Museo de las miniaturas, el lugar de colores llamativos es ahora el Museo del Circo. El primero dedicado a esta temática en Europa guarda, dispuestas en tres plantas, la historia de 250 años en 1.500 metros cuadrados de la antigua Casa Abacial del monasterio benedictino.

 

Desde los objetos más pequeños, como postales o recortes de prensa históricos, hasta los más grandes, como la mayor maqueta de circo del mundo, que representa el Circo Gleich de Alemania, de cincuenta metros cuadrados, son alrededor de 60.000 detalles que el fundador, Genís Matabosch, a recopilado para viajar por el mundo con equilibristas, ilusionistas, malabaristas y trapecistas.

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OTRA PERSPECTIVA

Si una de las imágenes que captura mejor la belleza de Besalú es la de su puente con el pueblo tras él, no está de más bajar al paseo del río Fluvià para tener no solo otra perspectiva de sus siete arcos y su torre, sino también descubrir la riqueza natural que envuelve Besalú. El Anillo Verde que envuelve el pueblo brinda espacios al aire libre por los que circular a pie o en bicicleta, donde encontrar antiguos molinos harineros, huertos y jardines.

 

Y si se busca otra perspectiva distinta del pueblo, aunque no sea visual, es necesario probar algunas de sus delicias locales. Entre ellas está el licor de Ratafia, común a muchos pueblos de Cataluña, que tiene su propia feria en Besalú, pero también miel de La Garrotxa, quesos y embutidos con materia prima de la zona e incluso chocolates y magdalenas, como las clásicas de Cal Tuset, con las que se hace la boca agua. Si eso no basta, restaurantes comoCúria Reial o el Restaurant Pont Vell harán las delicias de cualquier paladar.