Por la carretera

De Bertha Benz a los híbridos: breve historia del viaje en coche

Este vehículo fue clave en el empoderamiento de las mujeres e inspiró a una de las generaciones más famosas de poetas estadounidenses.

Pienso que no hay otro medio de locomoción que haya contribuido tanto a democratizar el viaje. De hecho, el automóvil está íntimamente relacionado con el empoderamiento de las mujeres como viajeras. Todo comenzó con Bertha Benz, quien una mañana de agosto de 1888 agarró a sus dos hijos pequeños y se embarcó en el primer viaje en coche de larga distancia de la historia. La ruta elegida fue de Mannheim a Pforzheim, su lugar de nacimiento: 106 kilómetros de aventura que recorrió con el Benz Patent-Motorwagen Typ III inventado por su marido, Kral Benz (sí, el fundador de Mercedes). Solo le hicieron falta doce horas, tres ruedas (la cuarta rueda de los coches no llegó hasta más tarde) y mucha confianza en ella misma… y en el loco cacharro que había construido su marido y que, por otro lado, ella había ayudado a financiar. Sólo que en aquellos años la ley no permitía a una mujer registrar una patente así. 

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Así pues, el coche nació con Bertha como venganza y como símbolo de independencia. De hecho, en la lucha por el derecho al voto, las sufragistas norteamericanas realizaron un viaje por los Estados Unidos en 1915 en un automóvil Overland proporcionado por la misma empresa que resultó ser todo un acierto publicitario (para los interesados en seguir indagando hay un libro de la historiadora Georgine Clarsen que revisa la historia de las pioneras automovilísticas).

 

Algo más tarde, Clärenore Stinnes llevó el viaje en coche a un nuevo nivel. Tras dar sus primeros pasos como piloto de carreras, decidió en 1927 dar la vuelta al mundo al volante de un Adler Standard 6. Lo preparó todo a conciencia, con un coche de apoyo, dos mecánicos, provisiones, recambios y un cámara que sería el responsable de documentar todo el viaje. El 24 de junio de 1929, unos 47.000 km más tarde, volvió a Berlín. El viaje unió a la pionera y al cámara. Se casaron al llegar y se fueron a vivir a Suecia, donde pasaron el resto de sus días.

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Desde las tres ruedas del Benz Patent-Motorwagen Typ III hasta el híbrido ultra tecnológico que pude conducir hace unas semanas, hay una línea temporal llena de multitud de coches y viajes míticos: el Fiat Topolino negro con el que Nicolas Bouvier partió en 1953 desde Yugoslavia; el Land Cruiser con 130 caballos, color “rojo sangre de toro”, con el que Manu Leguineche dio la vuelta al mundo junto a otros dos compañeros en 1965; la combi de nombre Fafner que convirtió en autonautas a Julio Cortázar y Carol Dunlop; y también están los automóviles americanos con los que Neal Cassady realizaba sus largos y extenuantes viajes nocturnos junto a otros poetas beats, cruzando los EEUU de costa a costa, sin dormir y sin parar de escribir. Sin dejar de moverse: esa es la capacidad que nos brindan los coches, el sueño del viaje.