Entre Zocos

Tánger, la ciudad de Marruecos que mira a Tarifa

Entre el Mediterráneo y el Atlántico, esta ruta propone un viaje al pasado tanto fuera como dentro de sus murallas.

El faro de Cabo Espartel fue el primero que iluminó la costa marroquí. Aunque empezó a construirse en 1861, no se puso en marcha hasta 1864 por petición de las potencias europeas que querían acabar con los naufragios que se producían en el estrecho de Gibraltar. Un siglo y medio más tarde, el faro, su puerto y toda la ciudad de Tánger siguen siendo indispensables como nexo entre el mercado africano y europeo gracias a los tratados comerciales marroquíes con la Unión Europea y a su posición geográfica entre el Atlántico y el Mediterráneo, justo enfrente de Tarifa.

Tánger

Emplazado a 14 kilómetros del centro de Tánger, Cabo Espartel ofrece uno de los atardeceres más bellos justo donde se funden los dos mares. Más allá de visitar el faro, la Reserva Natural del Cabo guarda acantilados, playas y bosques con vegetación autóctona, siendo un enclave ideal para los amantes de la ornitología. A escasos 5 km se encuentran las Cuevas de Hércules -cuenta la leyenda que el héroe griego Hércules durmió en estas grutas-, cavidades excavadas por la erosión del mar y el viento y por la mano del hombre debido a la extracción de piedra.

Cabo Espartel
Foto: Shutterstock

Tánger y la literatura

Debido a su importancia histórica -acogió uno de los primeros enfrentamientos del inicio de la Guerra Civil española en septiembre de 1936- y natural, Cabo Espartel es un punto de inicio (y final) perfecto para conocer los atractivos de la ciudad marroquí más deseada de los años 50. La Generación Beat aterrizó aquí en busca de su legendaria aura literaria que desde inicios del siglo pasado ya atrajo a figuras del mundo del arte y la literatura de la talla de Mariano Fortuny, Henri Matisse, Virginia Woolf, Gertrude Stein, Truman Capote o Tennesse Williams. Todos autores occidentales que buscaban la misma inspiración y recreaban una y otra vez la atmósfera idealizada de Tánger, un paraíso de libertad que dejaba a los propios marroquíes en un segundo plano. 

Tánger
Tánger / Foto: iStock

En 1912, Matisse pintó Vista desde una ventana y Le marabou, donde el artista francés ilustró una casa de la Medina que todavía hoy se puede ver entre las angostas callejuelas de Tánger. Son muchas las referencias que se encuentran a los artistas que llegaron a inicios del siglo XX y a la mítica Generación Beat formada por Jack Kerouac, William S. Burroughs y Allen Ginsberg, entre otros. 

 

El lugar literario predilecto de la mayoría de artistas americanos y franceses que llegaron a Tánger después de la Segunda Guerra Mundial fue la librería  Colonnes, fundada en 1949 en el número 45 del Boulevard Pasteur. Más allá de servir de inspiración y de ser un lugar de encuentro, acogió la primera exposición de Ahmed Yacoubi, el primer artista marroquí que tuvo repercusión internacional. Hoy, la histórica librería sigue acogiendo a grandes nombres de la literatura como Amin Maalouf, John Hopkins, Mohamed Mrabet o Abdellah Taïa.

Medina
Medina de Tánger / Foto: iStock

Entre plazas y zocos

Si se continúa por el Boulevard, se llega hasta la plaza de Francia, epicentro de la Ville Nouvelle (la zona nueva de Tánger). Desde aquí, la Rue de la Liberté lleva hasta otra gran plaza de Tánger, en este caso la más icónica del centro histórico: la Plaza del 9 de abril, donde ese día de 1947 Mohamed V anunció la independencia de las provincias del norte y la reunificación del Reino de Marruecos. 

También conocida como el Gran Zoco de Tánger, es la puerta de entrada a la Medina, y hasta no hace mucho todavía acogía a músicos, encantadores de serpientes y narradores de historia. Los alrededores de la plaza invitan a conocer la Rue d'Italie y sus fascinantes edificaciones, el Parque de Mendoubia, la mezquita de Sidi Boub Abib y el Cinema Rif, así como numerosas cafeterías y restaurantes.

Zoco
Zoco / Foto: iStock

Al otro Zoco de la ciudad, el Chico, se llega pasando por la puerta Bab el Fahs, que sale directamente de la Plaza del 9 de Abril. Aunque sea de menor tamaño, es el lugar perfecto para comprar productos y artículos a primera hora de la mañana. Desde aquí, la rue de la Marine lleva a la Gran Mezquita, construida sobre una antigua catedral portuguesa que ya se había levantado sobre un templo romano del siglo V dedicado a Hércules. Sin embargo, la construcción actual se remonta al siglo XIX, cuando el sultán Sulayman decidió reconstruirla. No muy lejos, el palacio de Dar Niaba se presenta como la primera residencia del embajador del sultán Mendub. Este edificio de estilo renacentista cuenta con un amplio patio porticado con una fuente en el centro y naranjos.

Entrada de la Kasbah
Entrada de la Kasbah / Foto: iStock

La Kasbah de tánger

Subiendo por las angostas callejuelas hasta la parte alta, la Medina vuelca todos sus encantos en la Kasbah, donde se encuentra la antigua alcazaba del siglo X, el Palacio de Dar el Makhzem del sultán Mulay Ismail, en cuyo interior se encuentra el museo etnográfico, y la plaza de la Kasbah, el punto más alto y el que mejores vistas ofrece de la Medina, el Estrecho de Gibraltar y el puerto, por el que llegaron fenicios, cartagineses, romanos, bizantinos, portugueses, británicos, españoles... En el siglo XVII, los ingleses construyeron el puerto actual; antes los portugueses erigieron las murallas que delimitan el casco antiguo -posteriormente restauradas por los sultanes Alauitas, que levantaron más fortificaciones en la zona del puerto-, mientras que el sultán Muley Hassa edificó en el siglo XIX la aduana, caracterizada por grandes bóvedas y convertido en el museo de la historia del puerto. Sobre ella asoma el mítico Hotel Continental, donde residían artistas y políticos.

Muralla y Medina de Tánger
Muralla y Medina de Tánger / Foto: iStock

La playa de Tánger

Aquí, en el extremo norte de la muralla se encuentra el Tour Dar el Baroud, artillado para la defensa de la ciudad, y el Centro de Interpretación de las Fortificaciones de Tánger. Desde este punto, el Boulevard Mohamed VI conduce hasta la zona de playas, la municipal y Malabata. Frente a la primera, el Hotel Barceló Tánger ofrece una de las mejores vistas de la bahía desde los restaurantes Azurita y Bellavista y, en especial, desde el B-Heaven Rooftop Bar. La playa es el lugar ideal desde donde observar Tarifa a lo lejos y la vida cotidiana de los tangerinos, que cuando cae el sol sacan sus caballos a pasear, juegan al fútbol, descansan en la orilla o rompen el ayuno durante el ramadán.

Barceló Tánger
Barceló Tánger

Desde la terraza hasta el sótano, donde se encuentra la oferta wellness, el Barceló Tánger se impregna de la luz y la esencia de la ciudad marroquí. En el spa se ofrece un servicio de Hammam tradicional que incluye exfoliación con sales, tratamiento facial, masaje y reflexología podal, masaje de espalda y envoltura corporal a elegir entre ghassoul con 7 hierbas o chocolate.