La música guía la reproducción de estos peces de agua dulce

Los peces del género "Trichopsis" se valen de un instrumento musical único, sus aletas pectorales, tanto para aparearse como para resolver sus disputas territoriales.

Eva van den Berg
Eva van den Berg

Periodista especializada en ciencia y naturaleza

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Peces del género "Trichopsis"
Kazakov Maksim/ Shutterstock

Existen muchas especies de guramis, algunas muy demandadas en acuariofilia, como el pez paraíso (Macropodus opercularis), y el luchador de Siam (Betta splendens). En esta foto, una pareja de guramis de la especie Trichopsis pumilus. 

¿Sabían que las tres especies de guramis del género Trichopsis son capaces de generar sonidos para interaccionar con sus congéneres durante el cortejo y también durante sus contiendas territoriales? Estos pequeños peces de agua dulce viven en lagos, lagunas y charcas de distintos lugares del continente asiático y emiten esos sonidos gracias a una suerte de instrumento musical único de los miembros de su familia, los osfronémidos. Se trata de algo que estos pececitos de entre cuatro y seis centímetros de longitud llevan a cuestas: unas aletas pectorales especialmente modificadas para tal fin. Dichas aletas albergan unos tendones engrosados que, al ser tensados por unos potentes músculos durante el rápido batir de estas extremidades, vibran como las cuerdas de una guitarra. 

Esta música piscícola, audible para el oído humano, es producida por ambos sexos y está compuesta por una serie de chasquidos, crujidos y estallidos. Algunos sonidos se parecen al croar de las ranas, otros son más bien graznidos, y difieren en cuanto a parámetros temporales, frecuencia y volumen en cada una de las especies. Parece que toda esta filarmonía acuática que despliegan los miembros del género Trichopsis resulta muy útil para resolver sus conflictos de manera pacífica, sin hacerse daño, pues les permite evaluar las características del contendiente y conocer de antemano si tienen o no posibilidades de salir indemnes de la situación. 

Las hembras emiten también, además de esta retahíla sonora, una especie de ronroneo cuando inician el desove. Lo hacen tras haber sido fecundadas por el macho cerca del nido que él ha construido previamente con burbujas hechas de aire y saliva. Cuando ella libere los huevos, él los depositará en ese nido y protegerá la puesta hasta que nazcan los pequeños alevines.

Este artículo pertenece al número de Mayo de 2023 de la revista National Geographic.

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