Supervivientes del horror. Los hijos de la bomba atómica

El proyecto de esta fotógrafa rinde homenaje a las vidas que cambiaron para siempre por culpa de la bomba atómica.

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Kumiko Arakawa (92)
Haruka Sakaguch

Kumiko Arakawa (92) Nagasaki   •   2,9 KILÓMETROS Arakawa, fallecida en 2019, perdió a sus padres y a cuatro hermanos en el bombardeo. «A los 20 años, de pronto me vi obligada a hacerme cargo de los familiares que habían sobrevivido», dijo.

Cuando en agosto de 1945 Estados Unidos lanzó las bombas atómicas sobre Japón, miles de personas murieron quemadas y aplastadas. 

Los escombros y la ceniza descendieron en forma de lluvia radiactiva, la llamada lluvia negra. El calor extremo de las explosiones provocó incendios gigantescos que empujaron a la población a huir hacia los ríos, donde muchos se ahogaron. A finales de ese año, la cifra de víctimas mortales de Hiroshima y Nagasaki superaba las 200.000. Pero vendrían más. Muchos de los supervivientes sucumbirían más tarde a enfermedades causadas por la radiación; a veces también sus hijos sufrirían dolencias relacionadas. En japonés existe un término, hibakusha, que significa «supervivientes de la bomba atómica», pero teniendo en cuenta que la exposición a la radiación deja secuelas permanentes, quizá sea más preciso traducirlo como «afectados por la bomba atómica».

Cuando cayó la bomba de Hiroshima, mi madre tenía seis años y estaba en su casa, a un kilómetro del hipocentro de la explosión (el punto exacto del suelo sobre el que se produce la explosión). O eso creía yo. Ella jamás me contó su experiencia y yo nunca le pregunté al respecto, ya que la idea de enfrentarme a su vulnerabilidad me asustaba. Fui testigo del sufrimiento que padeció toda su vida: síndrome de Ménière (una anomalía en el oído interno que causa vértigo y pérdida de audición) en la treintena, inyecciones para aumentar la concentración de glóbulos rojos en la cuarentena, múltiples cánceres en la cincuentena. Murió a los 62 años. Tiempo después mi tía me contó que mi madre podría haber estado incluso más cerca del hipocentro, en una escuela primaria donde perecieron cientos de niños.

Mi abuelo murió de síndrome de irradiación aguda. Mi abuela, de cáncer de pulmón. Mi prima, cuya madre estaba en Hiroshima aquel día, desarrolló una enfermedad autoinmune que acabó con su vida a los cincuenta y pocos años. Yo di gracias de haber cumplido los 50. Nunca creí que fuese a durar tanto.

Conocedores del horror que causan las bombas atómicas, muchos hibakusha abogan por la paz. Su aspiración se hizo en parte realidad el 22 de enero de 2021, cuando entró en vigor el Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares de Naciones Unidas, aunque ni Estados Unidos ni Japón lo han ratificado.

Yo cuento las historias de los hibakusha en las clases que imparto en la universidad y en los viajes educativos a Japón que dirijo. La fotógrafa Haruka Sakaguchi viajó al país en 2017 en busca de hibakusha dispuestos a compartir sus experiencias, que preserva en un proyecto documental titulado 1945. Exploradora de National Geographic, Sakaguchi rinde homenaje a esta comunidad cada día más reducida por medio de retratos, testimonios y mensajes a las generaciones futuras. Agradezco su labor, que supone un paso más hacia la meta que compartimos: garantizar que aquella atrocidad y el interminable tormento que padecen sus víctimas no se borren de la memoria. 

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Como parte de su proyecto, la fotógrafa Sakaguchi pidió a los supervivientes de las bombas, los hibakusha, que escribiesen un mensaje para las generaciones futuras. Para leer los testimonios completos y conocer detalles de las experiencias de otros hibakusha, visite 1945project.com.

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Este artículo pertenece al número de Febrero de 2024 de la revista National Geographic.

 

STOCKPKG MJ8863 1945 Workers Location Release MinoruMoriuchi

Haruka Sakaguch

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Minoru Moriuchi

Minoru Moriuchi (80*)

Nagasaki   •   A 4,8 KILÓMETROS DEL HIPOCENTRO EN EL MOMENTO DEL BOMBARDEO

«La mañana del 9 de agosto de 1945 estaba encaramado a un caqui gigante del jardín de nuestra casa, cazando cigarras», cuenta Moriuchi. De pronto «el sol explotó». 

 

*Las edades corresponden a 2017, año en que se tomaron los retratos.

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Haruka Sakaguch

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Sachiko Matsuo

Sachiko Matsuo (83)

Nagasaki   •   1,3 KILÓMETROS
Como parte de su proyecto, la fotógrafa Sakaguchi pidió a los supervivientes de las bombas, los hibakusha, que escribiesen un mensaje para las generaciones futuras.

STOCKPKG MJ8863 1945 Workers Location Release RyougaSuwa

Haruka Sakaguch

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Ryouga Suwa

Ryouga Suwa (84)

Hiroshima   •   Nyushi Hibakusha

Los padres de Suwa murieron en el templo budista de su padre, y su hermana de 16 años nunca volvió a casa. Suwa se convirtió en genbaku koji, huérfano de la bomba atómica, y nyushi hibakusha, lo que significa que estuvo expuesto a la radiación cerca del hipocentro tras la explosión.

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Haruka Sakaguch

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Hideki y Kiharu Kuroita

Hideki, derecha, y Kiharu Kuroita (37 y 5)

Nagasaki   |   3ª y 4ª Generación

Hideki escribió: «Soy un hibakusha de tercera generación; sin embargo, no he sido demasiado consciente de ello a lo largo de mi vida. Aun así, por toda Nagasaki hay cicatrices visibles de la época del bombardeo, como son las paredes carbonizadas. Espero que quienes visiten Nagasaki transmitan las historias de terror relacionadas con la bomba atómica». 

STOCKPKG MJ8863 1945 Workers Location Release KeikoOkinishi

Haruka Sakaguch

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Keiko Okinishi

Keiko Okinishi (52)

Nagasaki   |   2ª GENERACIÓN

Okinishi es hibakusha de segunda generación; su madre sobrevivió a la bomba de Nagasaki y ella padece una enfermedad tiroidea que, según le dijo un médico, probablemente fue causada por la exposición de su madre a la radiación.

«Me he sentido obligada a saber más sobre la bomba atómica y la historia de mi madre», escribió Okinishi, quien ahora es una denshosha, o sucesora del legado, que comparte sus experiencias como hibakusha con los demás.

STOCKPKG MJ8863 1945 Workers Location Release AkitoKawamoto

Haruka Sakaguch

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Akito Kawamoto

Akito Kawamoto (90)

Hiroshima   •   Nyushi Hibakusha

Cuando estalló la bomba, Kawamoto se libró de la exposición directa a la radiación porque viajaba en un tren desde la isla de Kyushu a su casa de Hiroshima. Pasó días buscando a su mujer entre los escombros de la ciudad. Ella sobrevivió al bombardeo, pero posteriormente le diagnosticaron genbakushoo, o síndrome de irradiación aguda.

A medida que Kawamoto era testigo del sufrimiento de su mujer, «su dolor rápidamente se convirtió en el mío», dice en su testimonio en internet.

STOCKPKG MJ8863 1945 Workers Location Release FujioTorikoshi

Haruka Sakaguch

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Fujio Torikoshi

Fujio Torikoshi (86)

Hiroshima   •   2 KILÓMETROS

Torikoshi tenía 14 años cuando cayó la bomba. Estaba frente a su casa buscando los aviones cuyos motores había oído. Solo vio un punto negro que luego estalló en «una bola de luz cegadora que lo llenó todo», contó en su testimonio. Sintió un calor intenso en la cara, salió despedido y se desmayó. Cuando recobró el conocimiento, intentó aliviar la sensación de ardor sumergiéndose en agua, lo que no hizo sino empeorarla. Sus lesiones eran tan graves que nadie esperaba que pasase de los 20 años. Pero vivió muchas décadas más y falleció en 2018.

«La vida es un tesoro curioso», escribió. «No podemos seguir sacrificando vidas preciosas a la guerra –dijo–. Lo único que puedo hacer es rezar, con ahínco, sin descanso, por la paz mundial».